miércoles, 18 de julio de 2012

Primeros días en Viseu

La cosa empezaba bien para el grupo. Los niños, los scouters y los padres compartían un bonito momento de despedida en el aeropuerto. Había sonrisas y buenos deseos en cada grupo que se encontraba allí reunido.
Ya tocaba facturar y todos pasamos por el mostrador. Bueno, todos, todos no. Había tres niños que no aparecían por ningún lado. De repente vimos a Gabriela y Belén (su madre), volar de un lado a otro de la sala se salidas nacionales de Gando. Ya solo quedaban dos. 
Y una vez que llegaron Adrián (de la tropa) y Eileén (de la manada) a Patricia se le quitó la cara de susto, que un día le va a dar un” jamacuco” a esta mujer.
Nos despedimos de los padres y nos encaminamos hacia la sala de embarque. Allí nos tocó esperar un poquitín, pero se mitigó el aburrimiento con juegos, risas y alguna que otra carrera de carros carga-equipajes. Pero eso duró poco, hasta que los scouters pusieron fin a la competición clandestina.
Dentro del avión hubo un poco de confusión con los asientos que nos tocaban a cada uno. Que si yo voy aquí pero me quiero sentar con aquel,... que si todos los castores que se pongan juntos,... que si siéntense todos que el piloto quiere arrancar ya, por favor,... y esas cositas de toda la vida.
Increíble, pero cierto, conseguimos despegar sin que al “asistente de vuelo” le diese una úlcera. A todos nos pareció que el piloto arrancó de forma precititada, pero igual se debió a que se temía la que le iba a caer en breve y quería acabar lo antes posible. Y tenía razón, por que desde que se apagó la luz de “abróchense los cinturones”, se inició un baile de niños que iban y venían al baño, a hablar con “Pepito y con Juanito”, y sacando cosas de la mochila.
Cuando al “azafato” se le hinchó la vena de la frente , mandó a todos a sentarnos y a que estuviésemos calladitos. Lo de sentarnos funcionó algún tiempo, hasta que Arco Iris se levantó a no sé qué y abrió la veda. Ahora, lo de estarnos cayaditos,... duró como medio minuto. Es que hay cosas que, ya lo sabemos todos, son prácticamente imposibles.
Así que el vuelo hasta Madrid estuvo entretenido. Y también tuvo su parte de misterio, “el del tufillo fantasma”, que como su nombre indica, ocultaba la fuente de salida de unos gases bastante perjudiciales para el olfato de los parroquianos en general. Y no dimos con el “agresor ” en cuestión. Había varios sospechosos pero nada, y eso que empleamos las últimas técnicas del C.S.I. a lo Grisom.
¡¡¡Y llegamos a Madrid!!!. Daba gusto ver el despliegue de la totalidad del grupo a la hora de recoger las mochilas y el material. ¡Buena organización, si señor!.
En el aeropuerto de Barajas nos esperaban Claudia (clan) y Paloma (tropa) con sus padres, que estaban de vacaciones allí y engancharon con nosotros para unirse al campamento. 
Echedey, que vive en Madrid, nos esperaba también para ayudarnos a recoger el coche de alquiler. Con él se fueron Pedro, como conductor y Hermano Gris, que había agilizado las gestiones.
El resto se dedicó a cargar las cosas en la guagua, con mención especial para los escultas, que estuvieron al pie del cañón. O más bien bajo las tripas de la guagua que nos llevaba a Portugal. Milagrosamente cupo todo. Todo menos una mochila. Aquello estaba más justo que una perra de queso.
Tras la visita obligada de las unidades a la casa de Roca, porque nos esperaban unas buenas horas de travesía, nos montamos en el bus, que el chófer, que iba acompañado de su hijo, ya se estaba poniendo nerviosito.
Y, si las bodegas de la guagua estaban justitas, los asientos de la misma no les digo nada. Si había 60 asientos, 60 personas que iban sentadas. El hijo del “guaguero”, hasta tuvo que ir sentado en las escaleras del comienzo del pasillo.
Nada más salir de Barajas Dani que se convirtió en el chivato oficial vía “guasap” para el resto de los scouters. Y sobre todo para los que iban en el coche de alquiler, los “seis fantásticos”, que iban como sardinillas en lata en el Peugeot último modelo que nos agenciamos, que tenía de todo menos USB. La pobre Patri se ofreció voluntaria para ir en la parte de atrás del coche, en plan bultillo más a cargar. Estuvo en posición fetal varias horas y no se sabe aún como no le dieron doscientos tirones.
Oso empezó conduciendo, saliendo 45 minutos despues del grueso del grupo, con Hermano Gris, Eche, Vane, Pedro y Patri. La que se armó en ese coche no fue poca. Una fiesta continua guiada de la mano de Ardiel y Dani, que iban describiendo todos los cambios de ruta que iba haciendo el chófer para llegar a la zona de descanso.
Allí nos reunimos todos y, tras tomar algo, salió el convoy con dirección a la frontera de Portugal.
Pedro tomó el control allí del coche de alquiler y en la guagua todo seguía igual, mucha gente hablando y el resto intentando dormir, que no podían porque los otros hablaban.
Sorprendentemente paramos media hora despues, y es que el tacómetro es lo que tiene. Ni sé como se llamaba aquel sitio cercano a la frontera, pero tenía un supermercado aberto a esas cinco de la mañana. Lo cierto es que era el paraíso del chocolate, cienes y cienes de marcas, modelos y formas. 
Arrancamos y enseguida llegamos a la frontera con Portugal, y hasta ahí puedo leer.
Recuerden que también pueden seguirnos en facebook y en twitter, siempre buscándonos por scoutsdevegueta
Hasta otro día. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario